¿Cuántas veces te has sentido frustrado porque alguien no cumplió con lo que esperabas de él?
Tal vez fue tu colega que no entregó el trabajo a tiempo, tu pareja que no actuó como querías, o incluso un hijo que no respondió de la manera que esperabas. Es natural querer que las cosas salgan bien (según nuestra forma de verlo), pero cuando nuestras expectativas sobre los demás son demasiado rígidas (para ellos), podemos quedarnos atrapados en una espiral de frustración y enojo. En la siguiente nota, exploraremos cómo las expectativas afectan nuestras emociones y, lo más importante, cómo aprender a gestionarlas para tener relaciones más saludables y una vida más equilibrada.
El origen de las expectativas: ¿De dónde vienen? Las expectativas suelen ser reflejo de nuestras creencias, valores y experiencias pasadas, todo eso conforma nuestro modelo mental. Por ejemplo, si siempre fuiste puntual, es posible que esperes que todos a tu alrededor también lo sean. Estas expectativas a menudo se construyen sin que nos demos cuenta, y terminan dictando cómo vemos el comportamiento de los demás.
Cuando alguien no cumple con nuestras expectativas, sentimos que algo se ha roto.
Ese "algo" es, en realidad, una proyección de nuestras propias creencias, se rompe el ideal que esperábamos que suceda. Por eso, es común que surjan sentimientos de decepción, enojo o incluso tristeza. Lo que muchos no se dan cuenta es que el verdadero conflicto no está en la otra persona, sino en la expectativa que nosotros mismos creamos. Aquí es cuando surge la frustración: queremos que el mundo responda de una forma que no siempre va a ocurrir.
Al decir que no está en la otra persona, nos referimos más que nada a el poder de cambiarlo. Seguramente esa otra persona este haciendo algo mal (para nosotros y para nuestro contexto social) y deba cambiarlo porque es mejor para ellos, pero el deseo de cambiarlo no es el mismo en ellos que en nosotros.
Expectativas vs. realidad: ¿Estás viendo a los demás como realmente son?
Uno de los problemas más comunes es que, al tener expectativas demasiado altas o poco realistas, dejamos de ver a las personas como son y empezamos a verlas como creemos que deberían ser. Esto distorsiona la realidad y nos aleja de conectar genuinamente con el otro. Es importante reconocer cuándo estamos proyectando nuestras propias expectativas en los demás y hacer el esfuerzo de verlos tal y como son, con sus fortalezas y sus limitaciones.
Pero, ¿Cómo soltar las expectativas y vivir con más paz? Siempre digo que cada uno tiene su manera, igualmente aquí te cuento algunos consejos prácticos para empezar a dejar ir esas expectativas que tanto daño pueden hacer:
Conócete a ti mismo: Muchas veces, nuestras expectativas surgen de nuestras propias necesidades no satisfechas. Pregúntate por qué te molesta tanto que alguien no actúe de cierta manera. ¿Es realmente necesario que lo haga o es más bien un reflejo de algo que tú necesitas resolver?
Acepta la diversidad: Las personas piensan, sienten y actúan de formas diferentes. Nadie va a comportarse exactamente como tú lo harías. Aprender a aceptar la diversidad de perspectivas te ayudará a tener menos frustraciones.
Comunica, no asumas: En lugar de esperar que los demás adivinen lo que necesitas o quieres, exprésalo claramente. Así, das a la otra persona la oportunidad de saber qué es importante para ti, pero sin imponer. Aunque no implique un cambio inmediato en el otro, te quedas tranquilo de que ya sabe lo que esperas de él.
Hazte responsable de tus emociones: La frustración y el enojo que sientes son tuyos. Sí, puede ser que alguien haya hecho algo que no esperabas, pero la emoción que surge de esa situación es tuya y de nadie más. Esto no significa que debas ignorarla, sino entender que eres el responsable de gestionarla. Aveces incluso te sorprende que el otro no se vea afectado emocionalmente, es un claro ejemplo de que no está influido por los mismos sentimientos.
La clave está en la flexibilidad La vida se trata de adaptarse.
En lugar de aferrarte a lo que esperas que ocurra, trabaja en ser más flexible. Esto no significa que no puedas tener estándares o preferencias, sino que puedes aprender a lidiar con situaciones que no salen como esperabas sin que esto te cause frustración o enojo. La flexibilidad te dará una sensación de libertad que no habías experimentado antes.
Y que ganamos trabajando sobre este problema de las expectativas frustradas, logramos minimizar impacto en la salud, la mente y cuerpo estan en juego. No es solo una cuestión de emociones; las expectativas no cumplidas también pueden afectar nuestra salud física y mental. Cuando te sientes frustrado o enojado porque las cosas no salen como esperabas, tu cuerpo reacciona a esos sentimientos. El estrés que se genera puede manifestarse de muchas maneras: dolores de cabeza, tensión muscular, problemas digestivos y hasta problemas para dormir.
La acumulación de estas emociones negativas puede llevar a un estado de estrés crónico, que afecta tu sistema inmunológico, tu corazón y tu capacidad para concentrarte. Además, mantenerte en un estado constante de frustración afecta tu estado de ánimo, lo que puede llevar a la ansiedad o la depresión. Por eso es tan importante aprender a gestionar las expectativas; no se trata solo de vivir más tranquilo, sino también de cuidar tu bienestar general.
¿Cómo afecta el estrés causado por las expectativas a tu cuerpo?
Aumento en los niveles de cortisol: El cortisol es la hormona del estrés. Cuando tus expectativas no se cumplen, es normal que tu cuerpo libere más cortisol, preparándose para una "lucha o huida" que nunca ocurre. Con el tiempo, niveles altos de cortisol pueden afectar tu sistema inmunológico, tu digestión y tu salud cardiovascular.
Insomnio y fatiga: El exceso de pensamientos negativos sobre lo que debería haber pasado (y no pasó) puede mantener tu mente activa durante la noche, afectando tu descanso. Y la falta de sueño puede desencadenar un círculo vicioso de más frustración y menos capacidad para lidiar con las emociones.
Tensión muscular y dolores corporales: Las emociones no expresadas o mal gestionadas pueden reflejarse en el cuerpo. La tensión en el cuello, hombros y espalda suele ser común en personas que cargan con mucha frustración.
Aprender a soltar las expectativas y vivir el presente no solo es beneficioso para tus relaciones, sino también para tu salud. Al reducir la frustración y el enojo, tu cuerpo también se relaja, tus niveles de cortisol disminuyen y puedes disfrutar de una mejor calidad de vida. Practicar técnicas de relajación como la meditación, la respiración profunda o el yoga puede ayudarte a encontrar ese equilibrio necesario para que tu cuerpo y mente se sientan en armonía, todo se trata de buscar un equilibrio.
Liberarse de las expectativas no es un proceso fácil ni rápido, pero es una inversión que vale la pena. Cuando empiezas a soltar ese control que crees tener sobre las acciones de los demás, te liberas también de muchas emociones negativas. Dejas de ver el comportamiento de los demás como una ofensa personal y empiezas a entender que todos están viviendo sus propias experiencias, con sus propios desafíos y conflictos internos. Así, puedes relacionarte desde un lugar más auténtico, libre y pacífico.
¡Déjanos tu opinión! ¿Qué piensas sobre el tema de las expectativas? ¿Alguna vez te has sentido atrapado por ellas? ¡Comparte tu experiencia en los comentarios.
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